Las empresas se enfrentan a un mundo cada vez más complejo.

Las tecnologías y la globalización han abierto nuevos mercados y han permitido la aparición de nuevos competidores. Las opciones para elegir abundan, los clientes son más difíciles de satisfacer y más exigentes que nunca.

Cada día, la ventaja competitiva parece más lejana y transitoria. Incluso si se puede averiguar el enfoque correcto a seguir, lo que funciona hoy probablemente no funcionará mañana.

Pero la complejidad no es algo malo: puede suponer tanto oportunidades como retos. El problema es la forma en que las empresas intentan responder a ella.

Para conciliar sus numerosos objetivos conflictivos, los directivos rediseñan la estructura de la organización, las medidas de rendimiento y los incentivos, tratando de alinear el comportamiento de los empleados con los cambiantes desafíos externos. Se añaden más capas, se imponen más procedimientos.

Luego, para apreciar la aplicación de esos cambios "duros", las empresas introducen una serie de iniciativas "blandas" destinadas a infundir valores positivos en el trabajo y a crear un lugar de trabajo en el que florezcan las relaciones interpersonales y la colaboración.

Esta complicación tiene un precio muy alto.

A menudo, los empleados son mal utilizados y pierden su tiempo en vano o están tan desvinculados que su productividad suele ser decepcionante.

Está claro que las empresas necesitan una forma mejor de gestionar la complejidad.

No implica tratar de imponer directrices y procesos formales a los empleados; más bien implica crear un entorno en el que los empleados puedan trabajar unos con otros para desarrollar soluciones creativas a retos complejos sin complicaciones estructurales y de procedimiento.

La solución es sencilla: promover las conexiones, la interacción, las sinapsis. Cómo los distintos actores trabajan juntos actuando no en el esqueleto de la organización sino en el sistema nervioso.

En otras palabras, se trata de la cooperación. Siempre que la gente coopera, utiliza menos recursos.

La cooperación es un hermoso concepto que escuchamos a menudo, pero no se mide y es difícil entender dónde promoverla dentro de las grandes organizaciones.

Existe un punto de partida. Se llama HOW4 - Cómo funcionan las organizaciones.

Se trata de un potente enfoque que construye mapas de redes organizativas que ofrecen información sobre las deficiencias de la cooperación e identifican los talentos que realmente marcan la diferencia.

Una encuesta basada en la web que consta de sólo 4 preguntas genera más de 25 índices dinámicos y ricas visualizaciones que los directivos pueden explorar.

Gracias a HOW4 puede analizar la salud de la cooperación de su organización, optimizar el rendimiento del equipo, la participación de los empleados y planificar el desarrollo organizativo y de liderazgo.